El exilio económico es tal vez el más difícil de todos precisamente por su ambigüedad: es tener que ir en un sentido pero no en otro; es querer ir y, al mismo tiempo, querer regresar, casi antes de irse; es siempre estar calculando cuándo se habrá juntado suficiente dinero para regresar, aunque no se regrese nunca. Los migrantes mexicanos que van a Estados Unidos pretenden estar mejor en términos materiales, pero el precio que muchos pagan para lograr un mayor bienestar material a veces resulta muy caro en términos espirituales.