El libro merece el lenguaje que estudia. Analiza el lenguaje de los tejolobanes en profundidad y con certera inteligancia, pero no es una helada obra de cirugía, sino el apasionado y apasionante homenaje que el autor rinde a la cultura comunitaria que este lenguaje expresa: una cultura sin mandones ni mandos, que se comunica entre iguales y que de igual a igual habla a la naturaleza de la que forma parte.