En la tercera hornacina del altar mayor, del lado del evangelio, allí estaba la noticia, la lapida salto en pedazos al primer golpe de la piocha, y una cabellera viva de un color de cobre intenso se derramo fuera de la cripta. El maestro de obra quiso sacarla completa con l ayuda de sus obreros, y cuanto mas tiraban de ella mas larga y abundante parecía, hasta que salieron las ultimas hebras todavía prendidas a un cráneo de niña. En la hornacina no quedo mas que unos huesecillos menudos y dispersos, y en la lapida de cantería carcomida por el salitre solo era legible un nombre sin apellidos: Sierva María de Todos los Ángeles. Extendida en el suelo, la cabellera espléndida media veintidós metros con once centímetros.