Este texto surge debido a la inquietud de su autora por la creciente variedad de nuevos movimientos religiosos. Ante el desarrollo de la modernidad, la sociedad ha respondido con el pluralismo y la multiplicidad de movimientos espirituales, que muestran que el hombre vive de creencias y lo espiritual es parte de su naturaleza. Quien no acepta una religión se incorporará a otra o creará su propia creencia alternativa, aunque profese no ser religioso, para tratar de entender los misterios del nacimiento, la muerte y el desafío de la vida.