Nicolás Achúcarro, Gregorio Marañón y Juan Negrín comparten una clara vocación hacia el trabajo experimental en el laboratorio, su vinculación a la práctica asistencial en la clínica y el compromiso intelectual y político con la sociedad en un período de profunda crisis internacional. Entre el último cuarto del siglo XIX y la primeras décadas del siglo XX, se produjo en la medicina una transformación sustancial hacia las ciencias experimentales, tanto en los métodos como en las concepciones de la salud y la enfermedad.