En una vibración agudísima, el erotismo, el amor, el dolor moral, el espectáculo de la injusticia se mezclan y organizan, mediante la echizadora salmodia verbal de Marguerite Duras, en un todo coherente en el que la admirable calidad literaria del texto y la sugestión de las asociaciones de imagenes y conceptos más allá de las habituales nociones del espacio y tiempo narrativos construyen una especie de objeto vivo de extraña y obsesiva belleza.