El lector, presa del vértigo, se ve obligado a seguir al artista en sus arrebatadoras deducciones. Afirmó que ningún hombre ha explicado con tanta magia lo "excepcional" de la vida humana y de la naturaleza, al final de las deducciones con sus esplendores enervantes, el tiempo cálido, húmedo y brumoso en el que el viento del sur distiende los nervios como las cuerdas de un instrumento, en que los hojos se llenan de lágrimas que no provienen del corazón.