En este libro la Inquisición se sitúa en la sala de los espejos. Nos adentramos en el mundo de las representaciones y recreaciones de una institución que, si en su realidad histórica utilizó a los poderes establecidos en beneficio propio, fue a su vez utilizada profusamente durante su vida institucional, y sobre todos, una vez muerto el tribunal, a partir de 1834. Utilizada por sus víctimas, utilizada por los propios inquisidores, utilizada por anónimos ciudadanos, delatores de vecinos y extranjeros. Y después... por muchos más hasta convertir a la Inquisición en un mito, en símbolo paradigmático de la intolerancia, sea cual sea su color.