La minuciosidad con que está escrito este Diario en el que aparecen las impresiones personales de Francisco de Paula Martínes y Sáez de forma a veces contundente, especialmente en lo referente a la lucha constante entre los intereses de los naturalistas, movidos por un romántico servicio de la ciencia, y el de los marinos isabelinos, intransigentes conquistadores de un nuevo espejismo.