Sólo un desplazamiento supera la búsqueda cotidiana del clima más idóneo, que puede ser un remanso, una sombra en el parque cera de los columpios, la hierba crecida de un lote baldío de entre la que sobresale una lata con una lagartija inquilina que nos mira con sangre fría: el de viajar a fondo.