Nadie se sorprende hoy en día de ver al Papa, en su balcón ceremonial de la Basílica de San Pedro, dar su bendición Urbi et orbi ante miles de fieles congregados en la plaza. Sin embargo, durante cerca de cincuenta años los pontífices en la silla se negaron a dar la bendición, hasta la llegada dePío XI, quien volvió a abrir las puertas del balcón al mundo.