1907. León, Nicaragua. Durante un homenaje que le rinde su ciudad natal, Rubén Darío escribe en el abanico de una niña uno de su más hermosos poemas: Margarita, está linda la mar...
1956. En un café de León una tertuli se reúne desde hace años, dedicada entre otras cosas, a la rigurosa reconstrucción de la leyenda del poeta. Pero también a conspirar. Anastasio Somoza visita la cuidad en compañía de su esposa, doña Salvadorita. Está previsto un gran banquete. Habrá un atentado contra la vida del tirano, y aquella niña del abanico, emdio siglo más tarde, no será ajena a los hechos. El autor logra que una importante etapa de la historia de su país quedae reflejada en una cumplida metáfora de realidad y leyenda.