En Medellín, una de las ciudades más violentas de a tierra, un Ángel Esterminador recorre las calles "limpiándolas! de una buena parte de sus habitantes, y librando, de paso, al narrador que parece molestarlo más: el prójimo. Alexis, el ángel, es un chiquillo de las barriadas, un "sicario" o asesino a sueldo, sin padre y sin ley. Pseído por el misticismo de la destrucción, de su vida avanza sobre charcos de sabgre. Y mientras la iglesia, mundos testimonios de una religiosidad antigua, se vacían de fieles, la morgue se llena de cadáveres.