Este libro se asoma a uno de los grandes misterios de la historia coreana. En 1762 el rey Yongjo ordenó la muerte de su hijo, el príncipe Sado. ¿Qué lo impulsó a cometer tan terrible crimen? O el príncipe había enloquecido y la razón de Estado exigía su desaparición, o bien su agudo sentido político lo proyectaba como un peligro para la dinastía. (...)