Las calles de México, observó la escritora y amante de México, Anita Brenner, "son galerías pintadas". y ni exageraba, como Phyllis la Farge y la fotógrafa Magdalena Caris descubrieron en sus viajes en el Yucatán, Veracruz y México, d. f. se quedaron asombradas por lo que encontraron en los más ordinarios lugares: almacenes, casas, ayuntamientos, calles, vehículos y hasta los pedruscos, adornados con todo tipo de imagen, cómica, seria, reverente o no, pero siempre ingeniosa y impresionante. estos murales animan el paisaje en pueblos y ciudades desde la Baja California hasta el Yucatán, desde Sonora hasta Oaxaca. y ya como quizás se trasciende o corrompe el propósito publicitario (la imaginación del artista corre libre con una sirenita voluptuosa vendiendo coca-cola y fanta) la obra pública convierte una pared común y corriente en imagen graciosa, crónica histórica o visión de fe religiosa.