Los orígenes de la I Guerra Mundial se remontan al último cuarto del siglo XIX, cuando las principales potencias europeas, entre las que se encuentran Austria, Hungría, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia, se embarcan en una carrera de rivalidad en su lucha por la expansión económica, colonial y militar. Las tensiones generadas afectan al equilibrio del poder entre las grandes potencias europeas.