La preeminencia del cerro pirámide, marca geográfica que imprime el pasado prehispánico de Cholula una portentosa monumentalidad, impacta todavía a los viajeros que concurrían a conocer la antigua ciudad a mediados del siglo XX. Las fotografías aéreas que conservamos de esa época son el testimonio más nítido de que aquel extenso valle tuvo una extraordinaria capacidad para la producción agrícola; su notable fertilidad, que le otorgaban desde tiempos ancestrales el río Atoyac y sus afluentes, constituyó sin duda el mayor atractivo para que los colonizadores precolombinos lo eligieran para asentarse y construir ahí sus casa y edificios rituales, lo que puede fecharse alrededor de los siglsos VI y V antes de la era cristiana. Aunque las diversas exploraciones en el sitio ha develado despoblamiento temprales, ocasionados por las intermitentes erupciones del volcán Popocatéptl, es evidente que la riqueza de esta cuenca propició la permanencia de los habitantes de Cholula, desde lo orígenes de su longeva historia hasta nuestros días.