La vida del emperador Juliano refleja la lucha entre paganismo y cristianismo en el siglo IV, donde el mundo helénico decae mientras el Imperio Romano asciende. Sobrino de Constantino el Grande y educado como cristiano, se inició en el rito de Mirta -principal rival de la cultura de la cruz-, convirtiéndose en el emperador apóstata que proclamó la libertad de culto y luchó contra toda intolerancia religiosa. Había sobrevivido de niño a la matanza de todos sus parientes y murió antes de cambiar el rumbo de la historia.