La Revolución de 1910 obligó a los mexicanos a reinterpretar su pasado e ir en busca de la ideología que daría sustento al nuevo país. El nacionalismo, cuyas manifestaciones artísticas más conocidas son el muralismo y la novela de la Revolución mexicana, también marcó la música y la danza. Guillermo Arriaga fue el coreógrafo más representativo del nacionalismo en la danza moderna mexicana. Zapata, su obra más importante, marca el momento culminante del nacionalismo dancístico. La época de oro de la danza moderna mexicana es el testimonio de aquella época que definió al México posrevolucionario.