Un arma tiene por principio dos propósitos: ofender y defender. En la antigüedad, los sucesos en el campo de batalla estaban marcados por la inventiva de los armeros, quienes desarrollaron instrumentos con uno o ambos propósitos. El equilibrio entre armas ofensivas y defensivas daba por resultado un sistema de ataque y defensa que permitía a los guerreros desarrollar una serie de tácticas en combate. Esto es lo que se conoce como sistema de armamento.