Como campo semántico, de acción y reflexión, la masculinidad remite a asociaciones de toda índole: en oposición a la feminidad, evoca las cualidades míticas de Afrodita y Vulcano, la belleza y sensibilidad de una; la fealdad y tosquedad del otro; también sugiere palabras como viril, violento, enérgico, sostén económico (o moral), además de otras frases o clichés que no necesariamente determinan la masculinidad. Más que una actitud, la masculinidad es una condición vital, ya que, por predisposición genética, se nace hombre, pero por (in) consciente y libre elección se decide u opta por la masculinidad.