El paisaje social, económico y ecológico de toda cultura es regido por el elemento humano. Esta humanidad no es unívoca sino dual, sin embargo la repartición de su poder e influenciano ha sido equitativa. La diferencia adjetiva, cuantitativa y simbólica de las representaciones de hombres y mujeres, de lo masculino y lo femenino, nos dicen mucho de la constitución de las sociedads, sustentan el precedente histórico de la inequidad, y pueden de ese modo respaldar las acciones contemporáneas que tienden a establecer un equilibrio entre géneros para un funcionamiento coherente y articulado de la nueva sociedad.