Las arcas mitológicas eran las encargadas de tejer los días de los humanos hasta el momento en que Átropos esgrimía las tijeras fatales y cortaba el hilo de la vida. Susana de Murga retoma este concepto y nos habla de una existencia que no está sostenida por la certidumbre de la voluntad o de las convicciones que se van construyendo y se gestan en el optimismo y la rebeldía de los años jóvenes.