Aunque la Iglesia católica es fundamental para conocer nuestro pasado histórico, aun existen enormes lagunas historiográficas en este campo porque la mayoría de los especialistas se han centrado en personajes destacados, instituciones como el Tribunal del Santo Oficio o el arte en el mundo religioso, pero pocas veces se ha detenido a escudriñar la amplia legislación que reguló la vida de las comunidades religiosas o la organización de los seminarios seculares.