Es que la poesía irónica pero apasionada de Maiakovski es manifestación de una verdad interior, propia de la experiencia humana: su orígen utópico no se ciñe a un canon ni se rige por un programa ni se ajusta a ningún régimen. Se dirige al corazón inteligente, allí donde la utopía persiste siendo movimiento y nunca sitio de llegada.