Los efectos del movimient armado de 1910 han permanecido hasta nuestros días. Sus valores y principios dieron cohesión a una élite política que se impuso en el ejercicio del poder desde que en 1928-1929 realizó un acuerdo, cuyos actores fueron los distintos grupos revolucionarios y su finalidad, la conducción de los destinos del país.
La política de los acuerdos se volvió tradición para la familia revolucionaria. Esta no sólo le permitió capear temporales, sino incluso dio origen a los que se conoce como "milagro mexicano". Sin embargo, nada es eterno.
A partir de la administración de Miguel de la Madrid, la sociedad no acepta resignada la crisis económica en turno, exige más participación política y con ella democracia. Estas demandas surgen incluso del propio partido de la Revolución.
Elites y democracia en México recupera esta historia y aun muestra algunas vías posibles para que las élites en el poder puedan abrir a la sociedad finisecular una vida más participativa, democrática y económicamente estable.