En el contexto de un campamento saharaui conocemos la relación entre Baraka, una niña de 12 años, y su abuela Bahía, que poco a poco empieza a perder la memoria. Perder la memoria para una refugiada, que fue expulsada de su casa, es perder todo lo que le queda y lo que puede legar a sus nietos: los recuerdos. Se mezclan en el relato los anhelos de varias generaciones de mujeres cuyos puntos extremos, Baraka y Bahía, están unidos por unas cartas absurdas y un baúl donde la abuela guarda la herencia para su nieta.