Tezozómoc escribió sus obras entre los últimos años del siglo XVI y los primeros del XVII, estos es, en la época más crítica del proceso de disolución de la nobleza indígena como grupo social. Fue sobre todo en la Crónica mexicana, aunque también en alguna medida en la Crónica mexicáyotl, donde Tezozómoc, sin recurrir nunca a la denuncia clara o a la queja expresa, sólo a través de un relato que da cuenta detallada de las innumerables glorias que distinguieron a su grupo en otro tiempo, plasma las peculiaridades de una pasado ideal, en el que la bravura que sus antepasados mostraron siempre en la guerra fue el origen de honores sin cuenta y grandes riquezas.
Ese pasado ideal contrata con aquel presente que sabemos era en el que estaba inmerso Tezozómoc. Un presente en el cual la nobleza indígena, que antes de la conquista tanto se había distinguido, seguía un camino que la conducía a pasos agigantados hacia su fusión con el grupo que en otro tiempo había dominado.
En la obra de Tezozómoc, detrás del relato de un pasado siempre mejor, se esconde una clara manifestación de la conciencia que este autor tenía del presente y el porvenir de su grupo. Un presente y un porvenir que correspondían a una realidad: la de un pueblo conquistado, cuya nobleza había perdido para siempre sus privilegios.