En la Medea de Eurípides, puesta en escena en las Grandes Dionisiacas, en marzo del año 431, el poeta presenta la venganza de la heroína contra Jasón, el marido que la abandonó por la hija del rey Creonte de Corinto. Medea hizo morir a la hija y a su padre y dio muerte a los dos hijos que había tenido con Jasón, para abandonar a éste desesperado, sin dejarle enterrar a sus hijos siquiera, y refugiarse en Atenas con ayuda de su carro alado. Medea es la hechicera bárbara que hace lo que una griega no osaría, pero que representa la naturaleza femenina cuando es empujada al extremo de la desesperación y la humillación: es vista con una mezcla de horror y de comprensión y aun simpatía.
El motivo literario desarrollado en la leyenda de Fedra e Hipólito es el de Putifar: la mujer que, enamorada del hijo, ahijado, hermano o sirviente de su marido, lo requiere de amores y, al ser rechazada, lo inculpa. Existen antiquísimas versiones del mimo: la egipcia, centrada en la historia de "Los dos hermanos", la bíblica (en Génesis 39,7-20), etc.