Volaron para siempre
las ilusiones mías
que amé con tanta vehemencia
en la primera edad.
No volverán a darme,
como en aquellos días,
momentos deliciosos
de gratas alegrías,
¡venturas y promesas
de dulce realidad!
Huyeron para siempre,
y en su veloz partida
llevaron de mi alma
los goces de mi ser;
y en cambio me dejaron
de aquella edad florida,
congojas muy amargas,
congojas que en la vida
las llevo como un triste
recuerdo del ayer...