En No vienen avispas hace eco la frase de Paul Válery: "Como la mayoría de los crímenes son actos de sonámbulos, la moral sería despertar a tiempo al terrible durmiente." La moral, sin embargo, como ya anticipaba la introducción de Eunoe a través de Dante y Wallace Stevens se ha convertido en la banalidad del Bien, capas de justificar las mayores aberraciones, pertenece al mundo del signo.