Con su proverbial sentido del humor y la melancolía, la poeta Futoransky elabora en el nombre El Formosa, múltiples facetas de su identidad: la inmigración judía, la infancia, la pubertad de una joven artista y una madurez donde irrumpe el amor, la literatura, las búsquedas vitales y la siempre viva necesidad de decirlo.