El sexo y la escritura son placeres que tienen una cosa en común: dan vida a lo que antes no existia.
Magnífico Delgado no puede evitar enamorarse de sus alumnas, en especial cuando las mira entregadas al placer de la escritura. Ver mujeres escribiendo lo conduce a extraños éxtasis, entre erótico y místico, y no le resulta fácil ocultar y controlar los desafueros del deseo.