El propósito fundamental del libro de Ricardo Falla sobre las masacres de indígenas en el Ixcán guatemalteco entre 1975 y 1982, es constituirse en un "evangelio". Pretende ser la buena noticia de un pueblo qeu, sometido al poder de la muerte por el instrumento de masacres aniquiladoras y de tierra arrasada, anuncia, sin embargo, que está vivo. Denunciando la injusticia de que fue víctima, ese pueblo anuncia la buena noticia de vida.. Este libro significa reactualizar a Montecinos y Las Casas en sus denuncias del pecado de la conquista arrasadora, que Jon Sobrino ha llamado "original y originante" de los pecados contra los pobres y los indígenas de hoy en América. Este libro significa rasgar el velo que encubre la verdad de que gente de fé, descendiente de los conquistadores, ha masacarado sin piedad a miles de personas humanas, considerándolas menos importantes que la defensa de sus privilegios, convertidos en ídolos, en valores absolutos.