Cuando Rilke termina los Cuadernos dice a Kippenberg, el editor, que considera los Cuadernos como un apoyo. Y añade: ?después de él, casi todas las canciones se hacen posibles. Luego en carta a Mme. Klossovska, la bailarina en cuya compañía visitó por primera vez el castillito de Muzot, su refugio final y asiento para la composición posterior de Elegías y Sonetos, expresa: A veces debí quitar los Cuadernos a muchos jóvenes, prohibiéndoles su lectura. Pues este libro, que poco a poco parece llegar a demostrar que la vida es imposible, debe ser leído, por así decirlo, contra la corriente. La recomendación de una lectura de tal índole es difícil, por no decir imposible, en presencia de tanta riqueza sutil y sobrecogedora. - See more at: http://www.corregidor.com/?page_id=335&codigo=1220#sthash.5ozewmxj.dpuf