Seguramente la poesía de las islas de habla francesa y créole se encuentre entre las de mayor vitalidad y significación de Occidente desde la última posguerra y, paradojicamente, entre las menos difundidas, inclusive en este continente. Aunque, a partir de la catástrofe de enero de 2010 que lastimó hondamente a todo Haití, sorprendió también al mundo la palabra sacudida y profunda de sus poeta.