Desde que empecé mi labor crítica en los años sesenta del pasado siglo, me ha interesado el ensayo como género literario especialmente representativo e idóneo para reflejar la plural y compleja, cuando no contradictoria, realidad latinoamericana.
El ensayo fomenta la duda, la ruptura y la crítica y -en la medida de su escepticismo imaginativo-contribuye a desarrollar nuevas ideas,aperturas a renovadas vías desde el margen, desde una periferia que se torna central.