Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada o, más exactamente, la Serpiente de Plumas Preciosas o Serpiente Preciosa, es, sin duda, una de las concepciones más elaboradas y complejas del pensamiento indígena mesoamericano. Creador de la tierra, del firmamento y de los seres humanos, era asimismo el dios del viento proveedor del agua que fecunda la vegetación, y señor de la estrella matutina, es decir el planeta Venus, que anuncia la luz. Inventor y patrono de la agricultura, del calendario, de la astrología, de la adivinación y de la escritura, a él se debían igualmente el descubrimiento del maíz y la creación del maguey, dos plantas esenciales en la dieta de los pueblos antiguos.
Quetzalcóatl fue, también, el nombre de un rey y sacerdote legendario que hacia el siglo X de nuestra era gobernó la mítica ciudad de Tollan, o Tula, y cuya memoria ha perdurado como ejemplo del soberano sabio, civilizador y benefactor de su pueblo