En el contexto del mundo atlántico de los siglos XVII y XVIII al que la noción moderna de una economía globalizada le queda bastante bien-, el Caribe cumplió funciones centrales como zona productora de frutos tropicales (azucar, algodòn, añil, cacao, tabaco) con creciente demanda en Europa, y como receptora de capitales y consumidora de mercacncías europeas y de mano de obra africana.