Desde el inicio del siglo XXI en que la migración y las remesas familiars adquieren grandes dimensiones en Amèrica Latina y el Caribe surge un importante debate sobre el impacto que las remesas tienen sobre el nivel de vida de las familias receptoras y sobre la actividad económica a nivel local y regional. Sin embargo, dicho debate ha tenido una omisión significativa: la capacidad y la voluntad de esas economìas para absorber de manera efectiva las remesas dentro de su base productiva.