A lo largo del siglo XX, se ha visto a las clases medias mexicanas alternativamente como motor del cambio y sustento de estabilidad. Han cumplido ambas funciones, primero sucesivamente, pero luego tambièn de manera ambivalente y contradictoria, pues no se puede hablar de una sola clase media, porque los grupos que ocupan las posiciones intermedias en la estructura social mexicana constituyen un mosaico diverso y variado de ocupaciones, ingresos estatus, actitudes y comportamientos que hacen de ellas una categorìa forzosamente plural.