Caben en una pieza el sermón y el cuento o historia fingida; pueden ser una misma persona el escritor de literatura amena y de pasatiempo y el rigido sacerdote, pero convesngamos que es arduo empeño el de amalgamar estas cosas y estas condiciones personales, sin que en la amalgama las cosas se deterioren y sin que el novelista y el predicador se bastardeen al fundirse en uno.