De los muchísimos asombros que puede tener un niño en su ardua tarea de descifrar el mundo, quizá los más grandes le van a venir siempre con la contemplación del universo. Con Luceros del alba y planetas veloces él se podrá enterar de que los días en Venus duran más que los años, y que a Mercurio le han pegado tantos meteoritos que parece queso gruyere. Esperamos, no obstante, que su mayor descubrimiento sea que nunca se acaba de aprender, cuando mantenemos la imaginación despierta.