Tras el levantamiento zapatista en el vecino estado de Chiapas el gobierno de Oaxaca impulso reformas legales e institucionales en materia de derechos indigenas, una de las cuales fue el reconocimiento de los "usos y costumbres" en material Electoral.
La transición oaxaqueña es interpretada en toda su complejidad y ambigüedad: la permanencia e incluso la profundización de lógica clientelares y caciquiles coexiste con la eclosión de espacios locales de deliberación democrática.