La subhumanización a la que se sometió a miles de personas en los campos de concentración no es sólo un hecho del pasado sino que hoy persiste en la exclusión brutal de nuestras sociedades; el doblegamiento de la sociedad por la fuerza de la represión sigue siendo hoy violencia estrictamente física, y se prolonga en el doblegamiento por el hambre. La impunidad del Estado, grabada a fuego, continúa ejerciéndose por los nuevos y los antiguos poderosos, en el marco de una sociedad imponente.